La industria mundial de productos del mar está atravesando un cambio radical a medida que las tensiones geopolíticas y las intervenciones comerciales están remodelando las cadenas de suministro establecidas desde hace mucho tiempo.
El sector camaronero, que produce los mariscos más comercializados del mundo, se enfrenta a graves perturbaciones debido a los aranceles estadounidenses, que afectan desproporcionadamente a los exportadores asiáticos. Con aranceles que alcanzan hasta el 50 %, los flujos comerciales se están desviando, lo que provoca un exceso de oferta en mercados alternativos y volatilidad de precios a nivel mundial.
La industria salmonera, limitada por largos ciclos de producción y su dependencia de la logística de productos frescos, también está expuesta. Los posibles aranceles estadounidenses al salmón canadiense amenazan con desestabilizar todo el mercado, ya que Canadá envía el 87 % de su producción a Estados Unidos. La incertidumbre ya está frenando la inversión y podría provocar un aumento de los precios al consumidor y una reducción de la demanda.
Las especies de agua dulce como la tilapia y el panga también se encuentran bajo presión. La tilapia china se enfrenta a un arancel estadounidense del 75 %, lo que la haría poco competitiva. Con pocos sustitutos viables, se prevé una caída drástica del consumo estadounidense, mientras que el exceso de oferta amenaza con deprimir los precios en China, África y Latinoamérica.
Los mercados de peces de fondo también se ven atrapados en el fuego cruzado de sanciones y aranceles. El pescado de origen ruso fue en su día fundamental para el suministro mundial, pero ahora está restringido, lo que impulsa las subidas de precios en Europa y la sobreoferta de surimi en Asia. En todos los segmentos, la industria se enfrenta a un período prolongado de incertidumbre, lo que requiere una diversificación estratégica y el desarrollo del mercado interno.
A medida que las barreras comerciales, los aranceles y las tensiones geopolíticas reconfiguran las cadenas de suministro, la industria pesquera mundial se enfrenta a un período prolongado de inestabilidad. Si bien algunos mercados podrían estabilizarse con el tiempo, la incertidumbre en torno a la política comercial ya está desalentando la inversión y socavando la planificación a largo plazo. Los productores asiáticos, en particular los de los sectores del camarón, el pescado de agua dulce y el surimi, se ven afectados de forma desproporcionada, mientras que los consumidores estadounidenses se enfrentan al aumento de precios y a una oferta limitada. La diversificación estratégica, tanto en el abastecimiento como en el acceso a los mercados, se ha vuelto esencial, pero resulta difícil de implementar en una industria sensible a los costos. El desarrollo del mercado interno puede ofrecer una protección parcial, pero el camino a seguir sigue siendo complejo.