En días pasados se difundieron imágenes de los arrecifes de la isla de Cubagua, donde se mostraban corales pétreos en evidente degradación, asociados a macroalgas. Tales imágenes generaron, como era de esperar, un gran malestar y un intenso debate en diversos medios, el cual dista mucho de concluir.
Ante tales hechos, representantes de las empresas cultivadoras debidamente registradas ante las autoridades nacionales tuvieron a bien acercarse a la SVA para plantear sus opiniones al respecto. Williams Hoce Fariñas (Tide), Kimberly Ayala (Revolution Seaweed) y Raúl Rincones (Agromarina Biorma Aquaculture) nos hicieron llegar algunas reflexiones.
Inicialmente, Ayala nos expresó la preocupación que les embarga por el impacto evidenciado a los corales. Se declaran conocedores del inmenso valor ecosistémico de estos invertebrados, multiplicadores de la biodiversidad marina y estabilizadores de las líneas costeras. “Estamos ganados a la idea de la preservación de los corales para el disfrute de éstas y futuras generaciones. Quienes hoy fungimos como empresarios también tenemos formación biológica, la cual nos empatiza con esta visión. Desde nuestros ámbitos, procuramos transmitir valores como sostenibilidad y sensibilidad ambiental. Nuestros proyectos realizaron estudios de impacto ambiental y han contado con supervisión ambiental constante”, nos indicó.
De seguido, Rincones nos habló de lo importante de ser cautos en las aseveraciones anticipadas. “Se asumió y divulgó el daño que la macroalga cultivada, Kappaphycus alvarezii, estaba causando a los corales. Eso es poco serio, incluso irresponsable. Un análisis detallado que como ficólogo puedo hacer es que, en esta oportunidad, los impactos han sido causados por otra macroalga, Euchematopsis isiforme, la cual es autóctona, reportada por Nora Ríos de Rodríguez en 1965 en Mochima. Y cabe destacar que Euchematopsis no está siendo cultivada por ninguno de nosotros, más bien está siendo extraída del medio desde hace tres años. No podemos dejar que los prejuicios dañen la reputación de las empresas que con mucho esfuerzo llevamos adelante actividades con un beneficio social enorme. Ya ocurrió anteriormente con otros trabajos que con simples fotos crearon una matriz de opinión muy negativa sobre la especie”, señaló.

Añadió luego “cualquier macroalga puede causar impactos negativos sobre el coral, al sombrearlo, impidiendo la actividad fotosintética de las zooxantelas (microalgas internas del coral) y favoreciendo la sedimentación. Se ha visto que ocurre localmente con especies de Halimeda y Caulerpa, entre otras. Fenómenos como el mar de fondo ocasionan esporádicamente estos eventos lamentables. Es conveniente que se hagan investigaciones serias, objetivas, que arrojen luces sobre la verdadera naturaleza y magnitud de las alteraciones existentes”.
Rincones concluyó afirmando que “las macroalgas están reconocidas como una valiosa herramienta de la economía azul, suministrando importantes servicios al ecosistema como bioremediación, a través de la absorción de nutrientes, particularmente nitrógeno y fósforo, producción de oxígeno disuelto y aumento de la productividad primaria, capturando carbono, estabilizando el pH, y ofreciendo sustrato y refugio a peces e invertebrados en sus diferentes partes del ciclo de vida (larvas, juveniles) entre otros”.
Finalmente, Fariñas nos explicó el gran esfuerzo que han llevado a cabo por impulsar la actividad, desde la apertura de mercados, la creación de sistemas operativos y logísticos, la gran inversión desembolsada, la creación de un basamento jurídico que recientemente empezó a tomar forma gracias a una resolución conjunta MINEC-MINPESCA. “Representamos al país en numerosos escenarios internacionales, procurando abrir alternativas para la diversificación económica que tanta falta nos hace”.

Por todo lo anterior, sus pasos han sido muy cautelosos para no generar conflictos innecesarios. La transformación del pescador a acuicultor debe verse más como una respuesta a las dificultades actuales para la pesca (carencia de combustibles y lubricantes, falta de financiamiento, inseguridad) que propiamente al estímulo por parte del empresariado. La maricultura ha demostrado viabilidad, constituyéndose en una alternativa lógica, ante un escenario económico muy crítico. “Hemos insistido desde el comienzo de la actividad artesanal en la necesidad de controlar la proliferación de parcelas particulares. Nosotros debimos cumplir cualquier cantidad de trámites que hoy son obviados por los pequeños parceleros. Queremos que se instalen a producir, pero con orden, en lugares apropiados, con los debidos permisos, y sobre todo con buenas prácticas. Incluso, ofrecimos a las autoridades dictar charlas de alguicultura responsable a los nuevos acuicultores”, concluyó.
Como declaración final, los productores afirmaron estar interesados en apoyar iniciativas de investigación, ordenamiento, divulgación y protección de los arrecifes de coral y demás ecosistemas marinos de Venezuela.
La Sociedad Venezolana de Acuicultura enfatiza su preocupación por la ocurrencia de fenómenos negativos de esta naturaleza y se declara a favor de todas las medidas que se orienten a la armonización de las prácticas productivas acuícolas o de cualquier naturaleza con la protección de tan importante ecosistema.