Si no conoce el origen del material genético de los peces y/o camarones que cultiva, siéntese aquí y hablemos.
El mejoramiento genético consiste en un conjunto de técnicas que buscan generar individuos con características deseables para promover la máxima productividad, controlando también la variabilidad de las poblaciones trabajadas. Históricamente comenzó con la domesticación de plantas y animales y luego continuó con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria mundial. Con el avance de la biotecnología y la ingeniería genética, los avances comenzaron a obtenerse cada vez más rápido y con mayor precisión.
Cada programa de mejoramiento genético tiene diferentes criterios de selección, que pueden optimizarse individualmente o mutuamente, así como una tecnología de selección que también puede usarse en combinación (p. ej. selección familiar y genómica). Con la posibilidad de dicha personalización, encontramos en el mercado una gama de cepas diferentes y accesibles a las diferentes realidades de los productores. Es sumamente importante entender la diferencia entre la tecnología utilizada en cada uno de los programas de mejoramiento, para poder definir cuál se aplicará mejor a las necesidades de cada producción.
En diferentes frentes de la agroindustria, el desarrollo genético ha garantizado una mayor eficiencia de los cultivos. Pregúntele a un productor de granos si cultivaría un lote completo a partir de una semilla no conocida o a un productor de pollos si invertiría en aves que no sean de un programa de reproducción. Finalmente, quedan las preguntas: ¿por qué las proteínas acuáticas no merecen atención a este nivel? ¿Vale la pena descuidar este cuidado esencial que es la adquisición de alevines o postlarvas con buena calidad genética? ¿El productor de ejemplares jóvenes realmente no debería preocuparse por invertir en un plantel reproductor procedente de un programa de cría? ¿Le ha preguntado alguna vez a su proveedor sobre el origen del material que cultiva?
Necesitamos prestar atención a la calidad genética en la acuicultura, y esta debe convertirse en una de las inversiones incluidas en el costo de producción, al igual que los alimentos, la electricidad, la mano de obra, entre otros. Sin embargo, es importante resaltar que aunque la calidad genética está garantizada a través de programas de mejoramiento, los animales cultivados no alcanzarán su máximo potencial por sí solos, sino que seguirán dependiendo de otros factores como el medio ambiente, la salud, nutrición y buenas prácticas de manejo.
Como ocurre con cualquier otra inversión realizada en empresas acuícolas, se debe medir el retorno financiero de la adquisición de este material. Características como mayor rendimiento de filetes, menor conversión alimenticia y mejor productividad se obtienen como resultado de selecciones de rápido crecimiento. También se puede obtener ganancias financieras indirectas, como la reducción en el uso de medicamentos provocada por criterios de selección, como la resistencia a patógenos específicos, redundando en una mayor rentabilidad en la producción. No podemos culpar a la genética por el cien por ciento del éxito o fracaso de un ciclo de producción, pero ciertamente, al observar el historial de resultados a lo largo de los ciclos de producción, podremos identificar fácilmente entre diferentes cepas.
Cuando se evalúa, la ganancia obtenida supera las inversiones en material genético, incluso si consideramos los programas más robustos y con implementación de alta tecnología. La precisión y velocidad de la selección realizada con la ayuda de la genómica, hace que las ganancias genéticas sean mayores con cada generación, especialmente cuando se comparan con los métodos de selección familiar o masiva.
Aunque es un poco más difícil de medir, el beneficio medioambiental no es menos importante. En los alimentos, por ejemplo, terminamos generando una menor cantidad de desperdicio debido a una conversión de alimentos más eficiente cuando utilizamos individuos seleccionados para un crecimiento más rápido. Del mismo modo conseguimos una menor inclusión de productos químicos al medio ambiente durante el ciclo productivo gracias a la reducción del uso de productos farmacéuticos usando animales más robustos. Siempre debemos ser conscientes del uso de los recursos de forma sostenible.
Para finalizar, basta con tener el sentido común de no ir contra corriente y facilitarnos el camino tomando como ejemplo la receta del éxito de sectores agroindustriales más experimentados como la avicultura, la ganadería e incluso la salmonicultura. Es necesario que el sector abra las puertas a la implementación de la ciencia en el campo, y que el campo le devuelva su demanda a la ciencia. Con la implementación de la tecnología actualmente disponible y trabajando en sinergia, avanzaremos hacia una industria más fuerte.