Editorial:
CACHAMICULTURA
Al hablar de cachamicultura lo hacemos en el sentido de incluir actividades de acuicultura llevadas a cabo con un conjunto de peces tropicales americanos pertenecientes al orden Characiformes, específicamente a la familia Serrasalmidae y la subfamilia Colossominae. En la Orinoquia, este grupo está representado principalmente por las especies Colossoma macropomum (cachama negra o cherna) y Piaractus orinoquensis (cachama blanca o morocoto). En otras regiones suramericanas encontramos también a Piaractus brachypomus (Amazonia) y Piaractus mesopotamicus (cuenca del Paraná), con nombres tan variados como tambaquí, pirapitinga, gamitana, pacú y paco.
Debido al importante tamaño que alcanzan (hasta un metro de longitud y pesos de hasta 40 Kg), así como a la excelente calidad de su carne, han sido objeto tradicionalmente de pesca, e incorporados a la dieta de zonas más amplias que las áreas de aguas cálidas que suelen frecuentar.
El creciente interés que fue adquiriendo como fuente de alimento motivó a iniciativas de cultivo. Desde la década del 60 del siglo pasado, hubo experiencias de crianza a partir de ejemplares capturados en el medio natural. En la siguiente década se establecieron convenios internacionales con el apoyo de la FAO/PNUD. Venezuela y Brasil fueron pioneros en el desarrollo del cultivo de estos serrasálmidos al lograr, prácticamente en paralelo, la reproducción inducida en 1977. Otro de los avances experimentados lo constituyó el cruzamiento entre las especies del grupo, obteniendo híbridos como el cachamoto o cachamay, con nuevas bondades para el cultivo.
Aunque ha sido un grupo numeroso de profesionales que constituyeron ese empuje inicial, mención especial merece Elek Woynarovich, consultor húngaro que sentó las bases para el cultivo de los caraciformes autóctonos. Sin ánimos de ser exhaustivos, podemos indicar algunos profesionales y produc tores venezolanos quienes han contribuido con el cultivo de las cachama, tanto en definición de la tecnología como en su impulso: José González, Manuel Useche, Brunilda Heredia, Otto Castillo, Abraham Mora, Eugenio García, Daniel Cardona, Luis Pérez, Francisco Bortone, Oswaldo Hilder, Julia Medina, Giuseppe Martino, Annie Silva, Miguel Fontaine, José Nobel Ramírez, Carlos Moreno, Corcino Díaz, Cristophe Kossowsky, Carlos Erazo, Daniel Bermúdez, Nelson Prada, Fernando Madrid, Rafael Valdéz, Nauden Ortíz, David Araná, Pablo Martín Moscó, José Bravo Rojas, Alberto Pérez, Francisco Lanza, Bernabé González y Rafael Valera, entre otros.
La producción ha venido creciendo indeteniblemente a nivel regional e incluso se contagió a otras regiones del globo. La cachamicultura superó en 2016 la nada despreciable suma de 142000 tm, según la FAO, y, más recientemente, China se convirtió en el primer productor mundial del rubro, con 59400 tm para 2020. Pero dentro de este positivo escenario, es difícil imaginar una situación más complicada para la cachamicultura venezolana. La gran mayoría de los predios están inactivos, no hay producción nacional de balanceados especializados en el rubro, los costos hacen muy difícil cualquier emprendimiento, existe una gran competencia de otros rubros (i.e. pollo), las instituciones académicas y de investigación están paralizadas e incluso desmanteladas, además de la falta de apoyo real por parte de las autoridades, más allá del discurso.
Urge tomar medidas, como la formulación de un Plan Nacional Estratégico de Acuicultura. Todos los actores del circuito acuícola deben integrarse en un esfuerzo serio para definir las pautas a seguir para lograr la recuperación de la actividad e incluso el crecimiento hacia sus potencialidades.
Pero es menester seguir siendo optimistas. Seguimos contando con abundantes espacios acuáticos, un capital humano valiosísimo y nunca ha sido tan importante generar alimento para nuestro país. El apreciado y respetado profesor Otto Castillo nos ha referido interesantes potencialidades para la cachamicultura. Por un lado, la aparición de ejemplares albinos o con coloraciones llamativas, que pueden ser desarrollados hacia un mercado ornamental o ser más atractivos a la vista del consumidor. Por otra parte, la aparición en Brasil de lotes espontáneos de cachamas sin espinas intramusculares, cuyo aprovechamiento favorecería la penetración de mercados usualmente reticentes al producto. También puede destacarse la obtención de desoves espontáneos en individuos de una segunda generación en cautividad en las instalaciones de la Estación de Piscicultura de la UCLA en Guaremal, estado Yaracuy. Resulta evidente que es mucho lo que puede hacerse, desde el punto de vista de mejoramiento genético, par a impulsar la cachamicultura. Un aspecto que podría ayudar también es la adición del valor agregado al producto, aspecto ampliamente trabajado por nuestros investigadores.
Entonces nos corresponde poner manos a la obra. No demoremos más la discusión, con una visión de planificación estratégica, de los problemas que nos aquejan. ¡Apoyemos juntos esta iniciativa! Por el relanzamiento de la Cachamicultura Nacional.
Eduardo Castillo
Presidente de la SVA