¿Por qué un pequeño crustáceo de la Antártida se ha convertido en un suplemento nutricional potente y sostenible para los alimentos acuícolas?
La industria de la acuicultura se encuentra en un punto de inflexión. Para alimentar a las generaciones venideras, nuestro planeta dependerá cada vez más de los alimentos del mar. Esto ha puesto la sostenibilidad de la acuicultura en el centro de atención, y tanto los consumidores como los productores buscan minimizar el impacto ambiental de nuestros productos del mar y su producción.
Al mismo tiempo, los costos están aumentando en toda la industria y los acuicultores deben explorar alimentos alternativos que cumplan con requisitos nutricionales rigurosos y, al mismo tiempo, sean lo más sostenibles posible.
En pocas palabras, es una industria bajo presión para producir más, minimizar su impacto y mantener las operaciones eficientes. No es una tarea fácil, pero el krill antártico desempeña un papel clave.
Un crustáceo sostenible de la Antártida
La mayoría conoce el krill como un crustáceo consumido por pingüinos y ballenas. Es una especie originaria de la Antártida, donde recorre el mar en enjambres, formando parte de la biomasa más grande de la Tierra. Como crustáceo que se alimenta en el fondo, el krill es rico en nutrientes clave que los peces y los camarones necesitan para crecer. Contiene altos niveles de macromoléculas vitales, como proteínas y lípidos, incluidos los importantes ácidos grasos omega-3. Además, el krill está repleto de micronutrientes como las vitaminas A, D y E, que son clave para combatir el estrés en el cuerpo, así como fosfatidilcolina, que proporciona un impulso de colina para favorecer la digestión y la transferencia de información entre neuronas.
Uno de los principales diferenciadores del krill reside en su “efecto fosfolípido”. Los ácidos grasos omega-3 son cruciales para el desarrollo de peces y camarones y deben suministrarse a través de los alimentos. En el krill, estos omega-3 están unidos a los fosfolípidos, una parte natural de la membrana celular. Los resultados de esto, como se documenta a través de ensayos de investigación, a menudo incluyen mayores tasas de sobrevivencia, menos casos de enfermedades, además de peces y camarones más grandes y saludables que atraen a los consumidores.
El alejamiento de los ingredientes de alimentos acuícolas a base de pescado
La creciente presión sobre los costos y la disponibilidad está obligando a los acuicultores a buscar alternativas a los ingredientes a base de harina de pescado en sus alimentos, que anteriormente servían como principal fuente de nutrición. Los ingredientes de origen vegetal a menudo cumplen con los estrictos requisitos de costos, pero pueden no funcionar en lo que respecta al crecimiento y la sobrevivencia de los peces o camarones. Muchas de las fuentes vegetales que se utilizan hoy en día simplemente carecen de los nutrientes necesarios para impulsar el crecimiento general.
«Décadas de investigación científica han demostrado que el perfil nutricional equilibrado de la harina de krill y los atrayentes alimentarios que ofrece lo convierten en un aditivo alimentario ideal», explica Lena Burri, directora de I+D, Nutrición y Salud Animal de Aker BioMarine. «Hemos participado en ensayos con varias especies de peces, así como con camarones, y hemos llegado a la conclusión de que la harina de krill en los alimentos acuícolas puede mejorar la resistencia a las enfermedades, aumentar la inmunidad, estimular el crecimiento y la palatabilidad, además de brindar mejores resultados generales para el productor».
La harina de krill es un poderoso aliado para los productores. El krill, como complemento o sustituto de la harina de pescado u otros ingredientes de origen vegetal, se ha convertido en un poderoso aliado para los acuicultores que buscan mejorar la producción y hacer frente a las crecientes presiones, sin mencionar la creciente demanda de productos del mar. Según la FAO, se espera que el consumo mundial de pescado aumente en 30 millones de toneladas para 2030. El mar servirá como fuente clave de las proteínas que la gente necesita (requisitos que hoy en día satisface predominantemente la agricultura terrestre), pero con una fracción de la huella de carbono. «La gente es cada vez más consciente de la sostenibilidad de sus alimentos», añade Burri. “Sabemos que debemos tomar mejores decisiones para el futuro de nuestro planeta, lo que significa que necesitamos fuentes de alimentos con menos carbono. La acuicultura es clave para nuestro futuro alimentario y es necesario mantener esta industria sostenible con los alimentos que se consumen. El krill es un ingrediente para alimentos acuícolas con el que los acuicultores pueden contar para una producción más sostenible y exitosa”.
Puede acceder a la versión original del artículo en la revista Aquafeed: Advances in Processing & Formulation. Volume 15. Issue 3, 2023. Pag. 28-29.