Editorial:
CERTIFICACIÓN EN ACUICULTURA
El concepto de las certificaciones surge por la necesidad de validar determinados principios o prácticas que lleva a cabo una organización en sus operaciones. Cuando un ente independiente, no vinculado a parte interesada, se pronuncia sobre la validez de tales conceptos, automáticamente se genera una aprobación. Ésta última será proporcional a la ascendencia que alcance el órgano auditor sobre el circuito. Al respeto y confianza que merezca de sus contrapartes.
La aprobación puede convertirse en un mejor posicionamiento de la organización en el sector y, consecuentemente, en una mayor percepción de calidad y demanda de sus productos. Como resultado final, las empresas certificadas pueden aspirar a mejores precios de sus productos, lo cual constituye un verdadero tesoro en las circunstancias actuales de precios históricamente bajos en rubros como camarón y macroalgas.
Más allá del obvio beneficio económico que pueden generar, las certificaciones se están convirtiendo cada vez más en una manifestación de una cultura organizacional más madura, evolucionada y sólida. Toda una filosofía de buenas prácticas, responsabilidad laboral, conciencia ambiental y justicia social se entremezclan con diversos matices en las certificaciones acuícolas existentes. Son muchas las plataformas que están ofreciendo estas herramientas, como la Aquaculture Stewardship Council (ASC) y Best Aquaculture Practices (BAP), por citar dos.
En tal sentido, varias organizaciones productivas nacionales, donde destacan los grupos Lamar y Confremarca, han sido merecedoras de distinciones de esta naturaleza. Algunos de estos casos serán expuestos como artículos en próximos números. También abordaremos en futuros ejemplares la primera iniciativa de normalización en acuicultura que se está llevando en el país.
Desde la SVA siempre hemos dado créditos a la importancia de la certificación en acuicultura. Esto puede corroborarse con diversas iniciativas que hemos desarrollado, como artículos en nuestra revista y webinars , todos enteramente a su disposición.
Aspiramos que, tras leer estas líneas, resulte evidente que el fortalecimiento de la camaronicultura nacional parte de una transformación profunda de las propias organizaciones productivas, donde las certificaciones han sido un indicador primordial. Consecuentemente, es muy deseable que esta experiencia sea conocida y adoptada por los productores de otros rubros acuícolas, en procura de una adaptación paulatina a las exigencias de estos instrumentos de normalización y, de manera similar, se produzca el robustecimiento de la acuicultura en todas sus manifestaciones.
Eduardo Castillo
Presidente de la SVA
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