El desarrollo cada vez más avanzado y sofisticado de la acuicultura, parece imponerse de forma absoluta al empleo de una acuicultura auto sostenible, y amigable con el medio ambiente. Pensar que la intensificación de la acuicultura en sus complejidades tecnológicas resolverá los graves problemas alimentarios que transcurren en los países más desfavorecidos, es una quimera muy alejada de la realidad. La Acuicultura Integrada está llamada a imponerse como una actividad inevitable para conseguir una producción sistémica de alimentos, que no vaya en deterioro del medio ambiente en su concepción más general. Ello no significa que se deje de avanzar en los aspectos técnico-científicos de las investigaciones y modos productivos, sino, que sea acogida como generalización en países con graves déficits alimentarios, y en todos aquellos que la alberguen como un sistema ecológicamente sostenible y económicamente viable. Por lo general, un cultivo de peces se vale de las contribuciones energéticas de otros organismos para desarrollarse, mientras que, en correspondencia, proporciona elementos energéticos para el desarrollo de estos. El trabajo de introducción e implantación no será fácil; pero tampoco significa que será imposible. China basa su enorme producción acuícola en estos modelos productivos. A la humanidad se le impone un reto: Superar los graves peligros que representan el calentamiento global, la desertificación, el derretimiento de los polos, el hambre, las enfermedades, las migraciones, las crisis económicas, las guerras, etc. Nada de esto podrá amortiguarse si se mantiene el status social-mundial en sus conflictos inherentes al desarrollo tecnológico, y a las interioridades implícitas en una política desproporcionada e irracional del hombre, en relación consigo mismo. La Acuicultura Integrada no es un retroceso técnico, es una alternativa necesaria en los tiempos por venir.