Editorial:
CALIDAD DE AGUA
El agua es consustancial a la acuicultura. Es más que un medio de producción, pudiendo concebirse como un medio de expresión de la potencialidad de los recursos hidrobiológicos de manifestarse, en concordancia con la inquietud humana de incrementarlos. Por definición, la acuicultura reúne las prácticas dedicadas a aumentar la productividad de un cuerpo de agua. Diferentes tecnologías que hemos desarrollado nos han permitido ir incrementando paulatinamente la capacidad de dicho cuerpo de agua de soportar una biomasa, la capacidad de carga. Sin ser exhaustivos, podemos referir a la inclusión de dispositivos o estrategias de renovación de agua (bombeo), filtración, aireación, alimentación, bioremediación, entre muchas otras, que han hecho posible que las productividades hoy día multipliquen las alcanzadas décadas atrás.
Detrás de la capacidad de carga de un cuerpo de agua se encuentra implícito el mantenimiento de una apropiada calidad de agua. El concepto de calidad de agua es dinámico, cambiando dramáticamente de una especie a otra, e incluso de un ambiente a otro con la misma especie. Nada tiene que ver agua de buena calidad para el cultivo de camarón, con el agua de buena calidad para cultivar trucha, por ejemplo. Tanto física como químicamente, existen diversos parámetros que debemos atender que están estrechamente relacionados con la calidad de agua, como oxígeno disuelto, pH, concentraciones de iones y nutrientes (amonio, nitrito, nitrato, fosfato, etc.) y muchos otros.
Las especies sometidas a cultivo suelen serlo, entre otros aspectos, por su tolerancia a valores variables de la calidad de agua, incluso a niveles que pueden ser extremos. Podemos sentirnos tentados a tensar esa cuerda, a manejar las especies en condiciones subóptimas para simplificar nuestras operaciones o sencillamente reducir costos. Tal resistencia nos puede llevar a desestimar la importancia de una buena calidad de agua, porque los animales aguantan. Sin embargo, no debemos perder de vista los aspectos básicos de nuestra actividad, siendo una buena calidad de agua, probablemente, el primer requerimiento que cualquier cultivo acuícola debe cumplir. Al alterarse la calidad de agua, los animales desvían recursos energéticos para lograr la adaptación, resultando en peores desempeños zootécnicos Al vulnerar la calidad del agua, abrimos la puerta a posibles enfermedades y la muerte de los animales. Por ello las pautas de cualquier protocolo de bioseguridad comienzan con la reducción del estrés, como el causado por la exposición prolongada a condiciones no ideales. La importancia de la calidad de agua en acuicultura nos ha llevado a tratar el asunto en numerosos artículos en nuestra revista y webinars, todos enteramente a su disposición.
Bien sea por un desempeño más eficiente, menor riesgo de patologías, o por ejecutar prácticas éticas de bienestar animal en el cultivo, en nuestros centros productivos debemos mantener el foco en el mantenimiento de una buena calidad de agua para los organismos que cultivamos.
Eduardo Castillo
Presidente de la SVA
PARA CONSULTAR
https://svacuicultura.org/revista-el-acuicultor
https://www.youtube.com/@sociedadvenezolanadacuicultura/streams